Zaida Sánchez Terrer: “Algunas veces hay que matar cosas para seguir viviendo”

  • La poeta murciana Zaida Sánchez nos habla de su literatura, de apresar el tiempo para sentirlo y de la maternidad: «La maternidad no solo es la presencia, sino todo lo que implica como revolución personal a una mujer»

Zaida Sánchez Terrer es una escritora murciana que ha publicado una novela y un libro de relatos: Olvido Duro y Ma(E)ternidades. Además, el pasado octubre presentó su poemario Verdad en los Lunes Literarios del Café Zalacaín. En esta entrevista hablamos de este poemario y también de su obra Olvido duro, publicada con la editorial Amarante, que relata la historia de una mujer rebelde, transgresora, a la que le gusta escribir y a través de cuyos relatos podremos descubrir más aspectos sobre la personalidad de este personaje.

Zaida Sánchez Terrer. Foto: http://www.editorialamarante.es

¿Cómo definiría Olvido Duro?

Es un poco la literatura dentro de la literatura, un género que me gusta mucho. Ya se usó en El Quijote, Las mil y una noches… El cuento dentro del cuento. Le da al relato muchas perspectivas. Yo escribo mucho para expresarme, pero también para jugar. Entonces, al jugar con la literatura, me gusta experimentar con las historias, con las palabras. Al insertar relatos, e incluso al crear un personaje que escribe sobre otro, le estoy dando perspectivas diferentes a las historias; me permite mirar algo desde muchos puntos de vista: eso es lo que a mí más me interesa de la literatura.

La figura materna, en todas sus obras, está muy presente. ¿Qué significa para usted ser madre?

He sido una madre tardía, pero he estado muchos años pensándome como madre, sintiéndome como madre, hasta que finalmente lo he sido. Pienso que la maternidad no solo es la presencia, sino todo lo que implica como revolución personal a una mujer. Y eso en mí ha estado desde muy joven y, claro, en mi escritura se ha traducido. Tengo muchos, muchos poemas dedicados a la maternidad.

Entonces son, en parte, autobiográficos.

Los escritores hacemos autoficción, no autobiografía. Las cosas tienen que ver con lo que nosotros pensamos sobre nosotros mismos, pero eso es ficción también; no tiene que ver con mi vida cotidiana, pero sí con mi vida interior. Mi vida interior es amplísima, porque allí está lo que leo, lo que sueño, lo que imagino, a lo mejor cosas que la gente desconoce. Por eso es autoficción.

Portada. Foto: blogs.laopiniondemurcia.es

En su obra podemos leer la siguiente frase: “Le aterraba la sensación de ser devorada por la intensidad de sus propios sentimientos”. ¿Cree que otras mujeres pueden sentir esto y tener miedo ante la maternidad?

Creo que ese miedo es muy inconsciente y no es reconocido en general por las mujeres, y pienso que es un error. Pienso que está bien reconocerlo, porque la maternidad es una experiencia muy catártica y, si no sabemos protegernos un poco de esa catarsis, te puedes perder en ella. En la maternidad tenemos que estar muy en nosotras, no perdidas; muy conscientes de lo que pasa, de lo que hacemos, de lo que decimos, de lo que sentimos. Y eso implica poner unos límites. Perderte en el amor a ultranza, para mí, es un error, tanto en la maternidad como en el amor, como en la amistad…

Eligió a Elias Canetti como padre de uno de los protagonistas de Olvido Duro. ¿Por qué ese escritor?

Porque estoy muy enamorada de él (risas). En Verdad también tengo un poema dedicado a él. Es un escritor que me cautiva. Sus biografías son magníficas, su pensamiento sociológico me apasiona. Es un hombre que he conocido a través de su obra y me hubiera encantado conocer. Aparte es un hombre que era tímido como yo y me he sentido siempre muy identificada con él.

Ha tardado 11 años en escribir Olvido Duro. ¿Por qué se ha dilatado tanto en el tiempo?

Evidentemente no he estado 11 años escribiendo. Olvido Duro lo escribí en 2005 de un tirón y no tenía nada que ver con esta novela (sí que está el germen y un poco la estructura). Conforme he ido escribiendo relatos, los he ido intercalando en la novela y entonces tenía que cambiar algo también en el resto de la novela para que encajara, porque los relatos están totalmente relacionados con lo que ocurre. Con lo cual es un libro muy trabajado. Lola, que es la que escribe los relatos en la novela, siempre ha estado dentro de mí, y lo que escribía Zaida se lo iba trasvasando a ella.

Hay una pregunta que se hace uno de sus personajes: “¿A dónde van los besos?”. ¿A dónde cree usted que van?

Es el título de una canción de Víctor Manuel que es muy emblemática para mí. Los besos, en mi caso, van mucho a la literatura. Hay gente a la que beso a través de la literatura, por ejemplo a Elias Canetti (risas); no puedo besarlo de otra manera. Pero también a mis amigos a veces, porque hay cosas que no son confesables o no quieres confesarlas. Lanzo muchos besos a la literatura y también en la vida real, claro.

También habla del suicidio en sus libros.

Mi interés no es el suicidio en sí. Sí a nivel simbólico: cómo algunas veces hay que matar cosas para seguir viviendo. El suicidio es necesario a veces a nivel simbólico: tenemos que asumir terminar determinadas cosas para poder empezar en otras.

En otra ocasión, podemos leer “Pienso que cada ser humano tiene una escasa responsabilidad sobre lo que le toca vivir y, por ende, lo mismo le pasa con lo que le toca transmitir”. ¿Cree que el destino ya está decidido?

Esa es una idea de Elias Canetti, pero la comparto bastante. Algunas veces nos agobiamos mucho pensando en nuestras decisiones, y luego, en realidad, hay otras cosas que influyen en ellas, detalles que no podemos evitar y que son los que nos dan un impulso para algo. A veces hay que dejarse también un poco llevar por el río de la vida.

Además está presente el tema del paso del tiempo. ¿Por qué cree que este tema es tan recurrente en la literatura? El miedo a morir, a desaparecer….

Yo creo que los escritores escribimos, sobre todo, para sentir el tiempo. A mí me gusta que el tiempo fluya, que cambien las cosas, pero me gusta sentirlas y disfrutarlas, y a veces eso se hace corto; entonces, es un tema muy muy poético y muy literario: el tiempo nos abraza, es nuestra cuna, estamos en él. Sin él no podemos hacer nada. Y el miedo a la muerte y al avance del tiempo es una preocupación humana de primer orden porque es común a todos los mortales.

Y plasmándolo en la literatura, ¿parece que puede sentir mejor las cosas?

En mis dos libros hay tiempo apresado: puedo degustarlo, puedo tocarlo, puedo transmitirlo, puedo leerlo; me gusta tenerlo ahí, presente.

En Verdad podemos leer el siguiente poema:

“Hay libros que se clavan

como un dardo inasible

en el quicio del tiempo”

¿Un libro de estas características para usted?

Nacemos de mujer, de Adrienne Rich. Adrienne Rich es una activista feminista lesbiana norteamericana importantísima que ha muerto hace poco. Tiene muchos ensayos y además es poeta. Nacemos de mujer creo que me estructuró como mujer: me ayudó a comprender la maternidad, me reconcilió con mi madre… supuso muchísimas cosas en mi vida. Ese es mi libro, el que se me clavó para siempre, y lo recomiendo a todas las mujeres.

 

 

Zaida Sánchez, en su trabajo en la Biblioteca de la Universidad de Murcia, continúa siempre rodeada de libros y escribiendo, porque, para ella, el tiempo que dedica a crear una historia es un tiempo que «está lleno, completamente lleno».

[Vía http://www.elperiodicum.es]

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